viernes, 8 de noviembre de 2013

Reseña ‘Frío’

¡Hola a todos!, ¿qué tal os va? Hoy nos toca una reseña literaria, con algo de retraso eso sí ¡qué cabeza tengo! . , que espero que disfrutéis, así que.... ¡al lío! :)



Título: Frío (Wintergirls)
Autor: Laurie Halse Anderson
Editorial: Roca Editorial
Género: Young Adult  / Drama

Año: Junio 2010
Formato: Papel (bolsillo)
Páginas: 237
Precio: 8.95 €

ISBN: 978-84-9918-137-0


Lia se repite constantemente que no debe comer. En su vida sólo hay sitio para contar las calorías, para hacer ejercicio cuando la han obligado a ingerir una cantidad de alimentos que ella considera demasiado. Siempre. Pero ahora su amiga Cassie, con quien llegó al terrible pacto de convertirse en la más delgada del instituto, ha muerto y la persigue en sus sueños, porque se la quiere llevar con ella, no quiere estar sola al otro lado.
Lia tiene una oportunidad, puede coger la mano de aquellos que se la ofrecen: sus padres, su hermana pequeña; puede aceptar el consejo de los médicos, pero no será hasta que haya tocado fondo cuando pueda recobrar la ilusión por una vida que se le escapa de las manos.



                Este libro me llamó por su portada desde la primera vez que lo vi en la librería, al leer la sinopsis aun más, a pesar de que no le hace justicia al libro. Los dramas adolescentes me pueden, que le vamos a hacer… 

Ésta portada, concretamente. 







                La vida de Lia no es fácil. Está enferma, sus padres están separados, y su madre prefiere mantenerla lejos de ella antes que tratar de comprenderla o ayudarla. Vive con su padre, su madrastra, buena y que intenta ayudarla, aunque no sabe cómo, y una hermanastra pequeña que la quiere. Todo empeora cuando encuentran a su amiga Cassie muerta en un motel, aparentemente por causas naturales. Cassie le había llamado esa noche treinta y tres veces. Ella no había contestado. Las treinta y tres llamadas y su muerte le pesan. 


“Alcanzo un cuchillo afilado, de ésos para cortar carne, que está escondido en el cajón de las cucharas. El mango negro está caliente. Al sacarlo del cajón, la hoja corta el aire, dividiendo así la cocina en pequeñas lonchas. Ahí está Jennifer, envasando las galletas compradas en la tienda en un recipiente de plástico para la clase de su hija. Ahí está la silla vacía de papá, que finge no tener otra elección que asistir a estas reuniones tan tempranas. Ahí está la sombra de mi madre, que prefiere el teléfono porque una charla cara a cara supone mucho tiempo y, generalmente, acaba siempre a gritos. 
                Y aquí está la chica agarrando con fuerza un cuchillo. Hay grasa en la cocina, sangre en el aire y palabras de ira amontonadas en cada rincón. Estamos educados para no ver lo que hay ante nosotros, para no ver absolutamente nada. 
… cádaver hallado en la habitación de un motel, sola… 
                Alguien acaba de arrancarme los párpados."



                La novela avanza entre cálculos de calorías, recuerdos de Cassie y engaños. Si bien es corta y no aparecen muchos personajes, el ritmo es bastante rápido. Se nota que Anderson se ha documentado muy bien acerca de los trastornos alimenticios y sobre todo de quienes lo sufren, nunca trata de darte una explicación racional y de peso a porqué Lia está enferma, porque en realidad no la hay. 


             

                “—Una muerta viviente –cuchichean los chicos en los pasillos.
                —Cuéntanos tu secreto –murmuran las chicas en el baño.
                Yo soy esa chica.
                Yo soy el espacio que hay entre mis muslos, por donde se cuela el resplandor del sol.
                Yo soy la auxiliar de la biblioteca, la que se esconde en la sección de Fantasía.
                Yo soy el monstruo de circo revestido de cera de abeja.
                Yo soy los huesos que desean, encuadrada en un marco de porcelana.” 


                 Lia busca la verdad de la muerte de Cassie, el por qué más allá de los términos médicos, la razón, y todo esto puede hundirla entre el frío de la culpabilidad o acabar por descongelarla.

  
“Me doy la vuelta hacia la pared. Fragmentos de cristal se clavan en mi corazón porque Cassie está muerte y fría. Falleció en el motel Gateway y fue mi culpa. No fue por las revistas o las páginas de Internet, o por las chicas con lenguas afiladas del vestuario, o por los chicos que desean besarte en el cuello en la terraza trasera. No fue por sus entrenadores, ni directores, ni consejeros ni los inventores de la talla S y XS. Ni siquiera fue por su padre o su madre.
yo no respondí al teléfono.”

  
                La novela es corta y fácil de leer, aunque se tiene que tener claro que como buena novela en
primera persona te vas a ver bombardeado de ideas del personaje principal, y en este caso es alguien enfermo y con cierta distorsión de la realidad y de si mismo. En ocasiones puede abusar de cursivas, negritas, signos de puntuación, tachones y números, aunque en mi opinión eso le da un carácter especial al libro, dándole más simbolismo a la mente de Lia.





"No. Debo. Comer."
 Dos páginas enteras así


 “::Estúpida/fea/estúpida/zorra/estúpida/gordaestúpida/niña/estúpida/fracasada/estúpida/perdida::”

  

               Por todo lo anterior, recomiendo la novela a quienes no les importe leer un libro duro y sobre ésta temática, también a quienes busquen algo juvenil y que no sea romántico, pero desde luego no a los que no suelan saber meterse en la piel de otros porque no entenderán nada y les costará no odiar a la protagonista. Tampoco la recomiendo a quienes no les guste salir de la ‘escritura clásica’, ya que Andersen ha usado una forma muy peculiar para escribir este libro.



"Tengo hambre necesito comer. 
Odio comer. 
Necesito comer
Odio comer."








Cuando era un chica de verdad, mi madre me alimentaba con sus sueños de cristal, una cucharada cada cierto tiempo.

            “¿Por qué? ¿Quieres saber por qué? 
             Entra en una cabina bronceadora y fríete durante dos o tres días. Cuando las ampollas de tu piel hayan estallado y te hayas descamado, retuércete en sal gorda y después ponte ropa interior cosida con hilo de cristal y alambre de cuchillas. Vístete con tu ropa habitual, siempre y cuando te vaya estrecha. 
            Fuma pólvora y ve al instituto, para brincar entre aros, siéntate y suplica, cumple las órdenes. Escucha los murmullos que se cuelan en tu cabeza por la noche, llamándote fea y gorda y estúpida y puta y zorra y lo peor de todo, “una decepción”. Vomitas y te mueres de hambre y te cortas y bebes porque necesitas un anestésico y eso funciona. Durante un rato. Pero entonces el anestésico se convierte en veneno y para entonces ya es demasiado tarde porque ya estás colocada hasta el alma. Te está pudriendo por dentro pero no puedes parar. 
           Te miras en el espejo y sólo ves un fantasma. Oyes gritar a cada latido de tu corazón y todo-absolutamente-todo está mal. 
        “¿Por qué?”, no es la pregunta correcta. 
           Pregúntate, “¿Por qué no?”

 Si sufres desórdenes alimenticios o conoces a alguien que pueda tenerlos, puedes informarte en la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia. Si necesitas hablar de ello y no te atreves a contárselo a nadie pueden ayudarte en El Teléfono de la Esperanza (Atención en Crisis: 902 500 002). ¡No estás sola/o!


No hay comentarios:

Publicar un comentario