Reseña ‘Los Adivinos’

¡Hola lectorcillos! Espero que vuestro lunes haya sido lo menos malo posible, para ser un lunes, ¡qué cortos se hacen los fines de semana! Pero aquí estoy yo para animaros el día, con un pelín de elegante retraso. ¡Espero que os guste la reseña!

Título: Los adivinos (The diviniers)

Autor: Libba Bray

Editorial: RBA

Género: Juvenil / Paranormal

Año: 2014

Formato: Papel 

Páginas: 620

Precio: 18€

ISBN: 9788427206854

Evie O’Neill ha dejado su aburrido pueblo natal para vivir en la fascinante Nueva York, repleta de música, bares clandestinos, coristas y carteristas libertinos. El único inconveniente es que tiene que vivir con su tío Will, un hombre obsesionado con las fuerzas ocultas.

La mayor preocupación de Evie es que alguien descubra su secreto: un extraño don que no le ha traído más que problemas. Sin embargo, cuando la policía encuentra a una chica asesinada marcada con un símbolo críptico y llaman a Will para ayudar, Evie se da cuenta de que su habilidad podría atrapar a un asesino.

La ciudad que nunca duerme rodea el baile de Evie alrededor del asesino, aunque, de espaldas a todos ellos, algo oscuro y diabólico ha despertado. 

Es bien sabido por todos, que un libro nunca debe juzgarse por su portada, pero cuando una portada es tan bonita como esta, ¡cómo no vas a fijarte en el libro! Sí, la portada me llamó. Ver que estaba escrito por Libba Bray me hizo imaginarme leyéndolo y… En realidad ya sabía que iba a comprarlo cuando no había leído ni la mitad de la sinopsis.

La novela está ambientada en los años 20, con sus cortes de pelo al estilo bob, sus guantes largos y sus pubs ilegales. Y las flappers por supuesto, esas mujeres avanzadas a su tiempo, que bebían, fumaban y pensaban en llevar pantalones. Evie O’Neill es una flapper, más preocupada en las fiestas que en otra cosa, pero, esconde un secreto, cuando toca objetos, puede ver los secretos de sus dueños y eso le trae problemas, y acaba siendo enviada a Manhattan para vivir con su tío. El tío de Evie, Will, lleva un museo sobre lo paranormal y es profesor en la universidad, aunque al principio no deja claro si cree en los fantasmas que le dan de comer. 

Un día, una chica aparece muerta con un pentágono extraño dibujado, y la policía pide ayuda a Will. Ahí es donde se empieza a entremezclar todo lo paranormal y Will, Evie, Jericho (el ayudante de Will) y Sam (un ladronzuelo que me ha robado el corazón y si pudiese seguro que también la cartera) se ven envueltos en sectas, asesinatos religiosos, y un mal superior.

Pero esto es solo la trama principal, hay muchos personajes secundarios con tramas secundarias que no dejan de ser importantes, por lo que se prevé, en el resto de la saga. Y eso es algo a destacar, porque personajes como Sam, Zeta o Memphis, que son secundarios para esta trama, consiguen atraparte y hacerte olvidar que lo son. Prácticamente todos los personajes tienen fondo, sin ser principales, no son planos como suele pasar en muchas novelas, sobre todo en las juveniles.

Libba Bray sabe escribir, sabe cómo crear un ambiente tétrico y creepy (a falta de otra palabra que lo defina mejor), sabe cómo mantenerte en vilo, y, sobretodo, sabe crear buenos personajes femeninos, de esos que pueden ser fuertes, valientes e inteligentes y a su vez preocuparse por cómo llevan el pelo, en si tienen los zapatos sucios o en si quieren llorar porque se les ha roto una uña.

Otra cosa a destacar es la ambientación. Bray consigue llevarte a otra época utilizando recursos de ésta, como por ejemplo el vocabulario de las flappers. Utilizan constantemente palabras como “ostras”, “guay” o “super” para remarcar que no son ni quieren ser como es resto. Al principio puede parecer raro, pero se remarca mucho la diferencia de pensamientos y de pasado/futuro. Lo mismo pasa con Manhattan, consigue transportarte a esa época, al Harlem, a los primeros rascacielos de madera, a una ciudad que solo quiere vender y comprar y progresar sin medida. Y aunque todo puede parecer nuevo, bonito y ‘avanzado’, la autora consigue hacerte ver que no todo es como parece, como la relación entre negros y blancos o pobres y ricos.

El libro no es ni de lejos lo juvenil que puede parecer, pero a su vez, para ser, dentro de lo que cabe, un libro juvenil, es de lo mejorcito que he encontrado últimamente.